lunes, 28 de abril de 2025

Max Havelaar o las subastas de café de la Compañía Neerlandesa de Comercio




Max Havelaar es la ópera prima de Multatuli, pseudónimo de Eduard Douwes Dekker, un ex-funcionario de las Indias Orientales Neerlandesas.


Mediante esta novela semi autobiográfica publicada en Ámsterdam en 1860, Multatuli denuncia la explotación de la población de Java a través de un sistema colonial corrupto, avalado por la burguesía en los Países Bajos.


Sin embargo, según su autor, “(...) no es una novela. Es una obra histórica. Es una memoria de agravios, es una denuncia, ¡es una exhortación!”


Dicha exhortación dio inicio a ideas que derivarían en la Política Ética (Ethische Politiek) de 1900 y posteriormente al movimiento de liberación de Indonesia, acabando con el colonialismo neerlandés.


Se trató de una denuncia pública contra el gobierno a través de la narración en prosa para influir sobre la población y que su reclamo no pase desapercibido como había sucedido en otras ocasiones.


“Qué todo eso parezca una novela es solo para hacerlo más vendible que lo que cabe esperar de una cosa oficial”, explica Multatuli.


La novela entrelaza continuamente ficción y realidad llegando a desdibujar la fina línea que las separa. Esto se manifiesta a través de distintas narraciones que hacen dudar acerca de que es real dentro de la ficción, y que es ficción dentro de la ficción, concluyendo que el hecho de que sea ficción o no es irrelevante, ya que se trata de historias que representan el sometimiento real de una población a manos de sus colonizadores y con complicidad de sus gobernantes autóctonos. 


Incluso el título de la novela es una trampa, ya que poco y nada se habla del café en la novela, pero era la forma que tenía Multatuli de apelar al interés del ciudadano pequeñoburgués.


El éxito de la obra se debe en parte a su estilo y contenido disruptivo para los cánones decimonónicos, como la existencia de narradores múltiples o la misma intervención del autor en el capítulo final.


Antes de escribir su novela, Douwes Dekker había sido Residente Asistente de Lebak hasta 1856. En este rol, era responsable del bienestar de la población autóctona que estaba siendo explotada por su Regente, un jefe nativo.



La Compañía Neerlandesa de Comercio





En 1824, por iniciativa del Rey Guillermo I, se constituyó la Compañía Neerlandesa de Comercio. Al igual que la antigua VOC, la Compañía obtuvo el monopolio sobre el transporte y la venta de productos gubernamentales, como el café, el azúcar, el té y el índigo. Los beneficios generados por estos productos ascendían a un tercio de los ingresos obtenidos por el Estado Neerlandés para mediados del siglo XIX, siendo el café el producto más rentable.


El Rey nombraba al Gobernador General, la máxima autoridad en las colonias. La sede principal del gobierno colonial estaba en Batavia y la colonia estaba dividida en Residencias, regidas cada una por un Residente neerlandés. Cada Residencia estaba, a su vez, gobernada por un Regente, un monarca nativo de ascendencia aristocrática y un Residente Asistente neerlandés. El Regente conservaba su posición como monarca gobernante de la población, pero subordinado al Gobernador General, que lo designaba funcionario remunerado. Además recibía una indemnización por ceder la soberanía, percibía un porcentaje de los ingresos generados por los productos que se exportaban a los Países Bajos y podía disponer de sus súbditos para que trabajaran sus campos.


De esta manera, La corona neerlandesa se enriquecía a costa de la explotación y pobreza de los javaneses, quienes debían ceder bienes y prestar servicios no remunerados, además de pagar impuestos y estar sometidos por gobernantes locales y extranjeros.



Max Havelaar y el comercio justo





Max Havelaar también fue el nombre que recibió la primera iniciativa de etiquetado Fairtrade. Impulsada por una agencia holandesa de desarrollo en 1988, y seguida por otras certificaciones y sellos similares en otros países, frente al impacto de la caída de los precios del café en los pequeños caficultores.


Seguramente hayas oído hablar de Fairtrade y su liderazgo en el posicionamiento del consumismo ético.


Los bienes certificados por Fairtrade son producidos en el Sur Global bajo principios de “organización democrática”, como las cooperativas para el caso del café, la garantía de que no haya explotación infantil involucrada y la sustentabilidad ambiental. Se garantiza un precio mínimo para el desarrollo de infraestructura social y económica.


La famosa certificación Fairtrade tiene sus raíces en organizaciones de comercio alternativo que determinaban los precios en base a la justicia social, en contraposición con los impredecibles mercados internacionales. Estos buscaban una conexión del Sur con el Norte Global a través de una serie de reglas y principios de comercio justo.


Hacia finales de la década de 1980 se produjo un cambio de rumbo con el deseo de expandir la influencia de Fairtrade más allá de sus mercados de nicho y como una respuesta a las modificaciones en las condiciones políticas e ideológicas derivadas de reformas neoliberales y la caída de la regulación social a nivel nacional e internacional con el colapso del International Coffee Agreement (ICA) en 1989.


En 1997, las distintas iniciativas que siguieron al sello de Max Havelaar se unieron bajo Fairtrade Labelling Organisations International (FLO), actualmente Fairtrade International, para establecer estándares globales de comercio justo.



Responsabilidad Social Corporativa y el comercio no tan justo


Gavin Fridell habla en un capítulo de su libro Coffee sobre el alcance y las limitaciones del modelo Fairtrade:


Fairtrade cumplió con su objetivo expansionista en las décadas posteriores apelando a la voluntad de las compañías de mejorar sus relaciones (y su imagen) sin que llegue a ser algo impuesto como la regulación estatal.


Este éxito tuvo un impacto mayormente positivo para la vida de los caficultores, facilitando el acceso a servicios sociales a través de proyectos de cooperativas en campos de salud, educación, capacitación, crédito, tecnología e infraestructura económica.


Sin embargo, los esfuerzos no lograron erradicar la pobreza a pesar de sí mejorar las condiciones de muchos productores en el Sur Global. Además, algunos testimonios alegan que el ingreso extra que se lograba era consumido en el cumplimiento de los requisitos para ser certificados por Fairtrade. El precio pagado por los productos fairtrade, si bien tiene un piso y significa una prima social sobre el precio del mercado, no necesariamente llega siempre a cubrir los costos de producción, de modo que deja de ser una garantía de comercio justo, solo un aval de comercio menos injusto. 


De esta manera continúa ligado a la fijación de un precio de manera convencional que históricamente ha sido bajo y que no necesariamente cubre los costos de producción. Los precios regulados por el ICA entre 1976 y 1989 no solo han sido más altos que los posteriores fijados por Fairtrade, sino que alcanzaban a la totalidad de las familias caficultores, a diferencia de la certificación Fairtrade que solo alcanza al 3% en la actualidad.


El mercado para productos fairtrade es limitado, por lo que muchos productores deben continuar vendiendo la mayor parte de su producción en mercados convencionales. Los requisitos son fijados con estándares del norte global y resultan costosos para las contrapartes en países productores que tienen poco o nulo poder de determinación de estos requisitos.


Hay quienes sostienen que estas iniciativas ayudan a perpetuar un sistema en que el bienestar del Sur Global depende de la soberanía del consumidor, quien tiene el poder de decidir cómo son producidos y distribuidos los bienes. El resultado de esto es un mundo en el que las necesidades del sur permanecen subordinadas a las demandas de los consumidores del norte.



Ethics Washing


La dependencia del mercado para mediar las relaciones entre productores y consumidores diluye los aspectos democráticos, participativos y redistributivos de Fairtrade.


La única tarea de los consumidores éticos es comprar con el poder adquisitivo que se desprenden de relaciones comerciales desiguales.


El problema es que la responsabilidad social corporativa solo hace lo mínimo e indispensable para evitar la crítica, y Fairtrade está alejándose cada vez más de su rol inicial y sometiéndose a la conveniencia de estas políticas empresariales. 



El legado de Multatuli





Max Havelaar es la pusaka que nos dejó Douwes Dekker, aquella herencia que es patrimonio de toda la humanidad.

 

Podemos ver como mucho ha cambiado desde 1860, y a la vez, no tanto. A pesar de que aún queda mucho por hacer, sin duda no estaríamos donde estamos de no ser por el aporte de Multatuli al mundo literario y comercial.


Nunca duden del poder de una obra como Max Havelaar.


domingo, 13 de abril de 2025

La subjetividad sensorial dentro del café



¿Existe realmente el mejor café?


Con esta pregunta no me refiero a aquel unicornio que obtiene una puntuación máxima en una escala de valor con márgenes definidos por preferencias, sino a sí un café puede ser objetivamente superior a otro en términos de calidad, o si simplemente responde mejor a ciertos criterios y percepciones.


Muchas veces se apunta al análisis físico para indicar que un café, más allá de su desempeño sensorial, no es de calidad o es de baja calidad. Sin embargo, que algo tenga hongos, sea amargo o que sea nocivo para la salud no me parece razón suficiente para restarle puntos si es que esto contribuye a cumplir su función, como sucede por ejemplo, con el queso roquefort, la IPA o con los cigarrillos, respectivamente.


Por otro lado, a pesar de que podamos llevar a cabo un análisis cualitativo objetivo del café que tenemos enfrente, siempre se realiza dentro de una estructura y formato que elige recompensar o castigar determinados atributos. Los puntajes que se asignan dependen de qué tanto cumple con la idea que tenemos formada en torno a la calidad. Pasa a ser una categorización según lo que nosotros consideramos como valioso. No es muy distinto a ordenar los granos por tamaño.




Para llevar a cabo este ejercicio hay que entender el contexto y tener referencias. Saber qué atributos, y presentes en qué grado, se recompensan más o menos.


Si bien, dentro de la industria del café de especialidad puede existir un consenso en torno a la definición de calidad en el café, lo que efectivamente se entiende por un buen café es una construcción social que no es absoluta y varía en diferentes culturas, clases sociales y grupos etarios.


Si la calidad de algo depende de su capacidad de satisfacer una necesidad y la necesidad en cuestión es que el café nos agrade sensorialmente, es erróneo afirmar que un café es de mejor calidad si no cumple su función de agradar. 


Sin embargo, se instala una percepción que define a aquellos cafés con ciertas cualidades, a menudo con mayor complejidad o con atributos menos frecuentes, como granos de mejor calidad y crean una correlación entre exclusividad, calidad y valor.



Arraigo cultural


Una característica que se presenta como un defecto para un mercado puede ser considerada virtud o valor agregado para otro. Esto varía en tiempo y espacio y muchas veces se arraiga culturalmente: Desde el Monsoon Malabar hasta el café torrado, pasando por el café con achicoria.



Partamos de la base de que no todos percibimos de igual forma, tenemos umbrales de percepción más o menos sensibles a ciertos compuestos por distintas razones. Más allá de esto, aunque percibieramos de igual manera, no a todos nos gusta lo mismo. Dos personas pueden escuchar la misma canción y tener sentimientos diferentes al respecto.


En síntesis, percibimos diferente, nos gustan cosas distintas y podemos emitir juicios de valor diversos sobre una misma materia.



La complejidad no hace a la calidad


Y aunque así lo hiciera, no es sinónimo de mayor disfrute. El fin del consumo es generarnos un aporte, saciarnos, abrigarnos, entretenernos. El café no cumple su función si es de mejor calidad pero no nos gusta. Entonces ese café es peor para ese consumidor. 


Que algo sea más complejo no implica que vaya a agradar más a todo el mundo. Eso sería como querer imponer un género musical en base a su complejidad y no su número de oyentes. La mayoría del café en el mundo es de grado comercial y eso no va a dejar de serlo.




Etnocentrismo vs Relativismo cultural


El etnocentrismo es la tendencia a interpretar el mundo y las distintas culturas de acuerdo a los parámetros de la propia cultura. Esto suele dificultar la comprensión de otras sociedades, pues promueve la idea de que la propia cultura es superior o más desarrollada que las demás, y que las costumbres de la sociedad a la que uno pertenece son las únicas correctas.


El relativismo cultural es la idea de que las costumbres, creencias y valores de una cultura son válidos dentro de su propio contexto y no pueden ser juzgados con los estándares de otra cultura. En otras palabras, no existe una cultura superior a otra, y cada cultura debe ser comprendida y respetada en sus propios términos.


Distintas culturas valoran y aprecian distintos atributos organolépticos. El café no sirve un único propósito. Comparte la tarea de nutrirnos (en más de un sentido) con cualquier otra bebida o  plato. Y si la gastronomía puede ser patrimonio cultural inmaterial y las culturas son tan diversas como sus cocinas ¿por que a veces pretendemos medir todo con la misma vara? Que este plato es bueno, que esta receta es mala, que en tal lugar no saben cocinar tal cosa o que arruinar un ingrediente.



(Un)guilty pleasures


Muchas veces se busca imponer que solo hay un gusto y disfrute válido. A pesar de eso, no existe el gusto superior. El gusto es personal, cultural y multifactorial. Que no te quieran convencer de que algo que sentís no es real o no lo podes disfrutar. No existe el saber o no saber tomar café, si podés beberlo ya sabés tomar café y que nadie te diga lo contrario.



Del sufismo a las coffee raves: la evolución de la congregación a través del café

  Todo da vueltas Vibraciones que resuenan, oraciones que se repiten. Trance, éxtasis y frenesí. Y a pesar que se rechaza el alcohol, todos ...